Monday 16 January 2012

El arte ensimismado

En El arte ensimismado (1963) Xavier Rubert de Ventós nos ofrece una introducción al arte moderno, o, más precisamente, a ese estilo de arte moderno del siglo XX que aún puede causar un cierto temor hasta en el público de alta preparación cultural: los cuadros de la más pura y austera abstracción, la música serializada y electrónica, la poesía experimental que parece un juego privado y sin sentido. El argumento del libro es que este arte hermético fue motivado por un instinto de auto-preservación en un mundo lleno de representaciones de todo tipo. Buscando un papel distinto, al arte arriba al extremo de un formalismo sin deseo de comunicar nada. La abstracción representa un determinado esfuerzo de crear un arte que no sea ni representativo, ni evocativo de emociones reconocibles, ni reducible a cualquier interpretación metafísica, ni parte de un esquema decorativo.
¿Y el resultado de este intento? El arte por el arte, una obra que no representa un objeto, porque es en sí el objeto (unas obras de Tàpies, por ejemplo), una composición sin enlaces  al mundo exterior o al mundo interior del espectador. Esta búsqueda de pura forma explica el serialismo en la música como una manera no de crear una nueva expresividad, sino de evitar expresión del todo. El ‘nouveau roman’ de Robbe-Grillet, la película experimental de Resnais, el bebop en jazz, el puro funcionalismo en la arquitectura – todo responde a este deseo de autonomía de la obra, casi diríamos hoy, una condición autística a nivel creativo.
El autor así nos da una perspectiva muy clara desde donde podemos contemplar  de nuevo unas obras de arte más intransigentes a la interpretación, y describe la situación artística de medianos del siglo veinte en el contexto de la filosofía existencial. Rubert de Ventós  - que escribió éste, su primer libro, a los 22 años - ayuda al lector a apreciar el arte moderna con una cierta simpatía por los motivos y preocupaciones que lo inspiró. Pero no pierde la distancia crítica, e investiga también los problemas con la posición que describe. Como producto, y objeto,  de la mente,  es el destino de la obra de arte padecer  ‘alienación’ (empleo el término del autor, en el sentido de percepción intencional) del espectador, y el formalismo puro parece una quimera. Con el tiempo todo se hace académico, habitual y viático de emoción y significado. Admiro la claridad del estilo, la comparación de las artes diferentes y el argumento muy enfocado y matizado. Anda qué debut!